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Los datos recopilados por CEJ, que desmitifican la tan criticada falta de renovación por edad en la asistencia a los establecimientos de Bingo, discriminan en el análisis el término ‘cliente’ del de ‘visita’.

Las referencias corresponden al año 2019, último ejercicio previo a la pre-pandemia y resultan extraordinariamente reveladoras sobre el salto cualitativo que las salas de bingo venían experimentando en los últimos años, pese a la fuerte presión fiscal que caracteriza al juego del bingo en la mayoría de comunidades.

La franja de edad con mayor número de clientes en 2019 abarcó de 18 a 25 años (24%), seguida de la que cubre de 26 a 35 años (21%). El orden cronológico mantiene el esquema ordinal de franjas de edad al identificar un 15% de los clientes de 36 a 45 años.

Las franjas de 46 a 55 y de 56 a 65 años representaron cada una de ellas el 13% de los clientes de las salas. Por último, los mayores de 65 años representaron el 14% de los clientes.

Por sexo los varones ocuparon una cuota del 56% de la clientela de las salas y las mujeres el 44%.

El ranking experimenta una ostensible modificación cuando el examen analiza el perfil de edad del ‘visitante’. La franja de edad de 46 a más de 65 años ocupa un peso específico del 60%, justo la opuesta por edad a la revelada por el cliente.

En este segmento de ‘visitas’ las diferencias entre hombres y mujeres casi desaparecen al asignar el 51% a los varones y el 49% a las mujeres.

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